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Location: Cusco, Cusco, Peru

Escritor, promotor cultural, artista plástico e ingeniero químico, dedicado a la creación y producción cerámica. Ha publicado obras sobre temas de cultura, poesía, historia, química y geometría.Web:www.kutiry.org, email:jgutierrezsamanez@yahoo.com.

Tuesday, March 28, 2006

El cusqueñismo en debate II

“EL CUSQUEÑISMO” EN DEBATE II
Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez

Cuando el antropólogo Rossano Calvo, presentó su libro: “Ideologías Locales del Perú, El Cusqueñismo” me invitó a participar con mis puntos de vista, lo hice con la convicción de abrir el debate sobre el tema y creo que por mis ímpetus reflexivos afecté la susceptibilidad del autor y de quienes estuvieron presentes con mis palabras disonantes y contrapuestas a los criterios del autor. Pues siempre se espera, en estos casos, un discurso encomiástico para con el autor y su obra. Yo sacrifiqué ese parecer en arras de expedir algunas ideas y generar las condiciones para que ese libro, lejos de caer en el complot del silencio, sirva de leña para atizar el fuego. Pues se trata de nuestra ideología local, la que se estuvo gestando conforme el hombre de estos lares iba tomando conciencia de su rol histórico, su protagonismo, su búsqueda de porvenir, acudiendo a la exhumación de su pasado para encontrar raíces y tradiciones que le den sustento en su presente.

No es gratuito ni ilegítimo que toda etnia, pueblo o nación repiense su pasado y lo use como elemento de su propio “empoderamiento”, (del mismo modo como en ciertos pueblos indígenas se desentierran los huesos de los muertos para tenerlos consigo en la memoria). Ese es un modo de proceder general en todo el género humano. Y es trasversal a la lucha de clases y a la lucha político-económica, porque es un aspecto de la cultural y la civilización. Es legítimo que la gens, la tribu o la etnia, reclame por los aportes que le hizo a la humanidad y sienta legítimo orgullo, esto es fáctico, no es intuicionismo, ni esencialismo. Además pueden probarse vínculos históricos y de sangre, mediante la arqueología, la etnohistoria, la biología y la genética.

Por otro lado, el reconocimiento y el prestigio son también fuerzas, que como la lucha de clases, el inconciente colectivo, el eros y el tánatos, mueven la rueda de la historia. Merced a ello, hay renacimentos, que no son reinvenciones ni expropiaciones (que eso se hace con lo ajeno y no con lo propio), pues con elementos dejados por sociedades fenecidas o muertas, nada podría forjarse si no es al calor de la vida, el esfuerzo contemporáneo, que conciente o inconcientemente, recrea, crea e innova sobre referentes fácticos, objetivos o históricos sean estructurales o súper-estructurales. Cada sociedad crea su filosofía, su credo, su acción, sus principios. Los filósofos exploran y acondicionan su cauce histórico, sus poetas, artistas, científicos o sus visionarios, colocan hitos para el florecimiento futuro. Dejan tareas, misiones por cumplir a sus descendientes generacionales y así es como los pueblos engrandecen, superan y florecen abonándose a sí mismos con el detritus de sus propias vivencias.

Esa es la fuerza mítica de un pueblo que la inteligencia traduce o sintetiza en ideologías locales; mucho más, cuando se la vive desde dentro, cuando se la tiene como suya propia, como una religión laica que orienta la propia vida del ser mismo o de un grupo de individuos.

Esta ideología, al madurar, conforme maduran las condiciones económico-sociales, se torna en trueno o en avalancha cuando cobra energía y fuerza en las multitudes y puede transformar la historia y enderezar los cauces equivocados por la corrupción, la felonía y el crimen. Por todo eso es respetable y creo que no podemos acercarnos a su interpretación, con la flema del que diseca un cadáver, sino con el fuego, la emoción y el dolor de quien la siente en la propia carne, en el latir de la sangre por las venas y en la explosión entusiasta de sus ideas, obras e iniciativas.
Es cierto que una ideología local puede echarse a perder en el chauvinismo o perecer en la esquizofrenia al no encontrar solución a su cause y ser una lucha destructiva e interior consigo misma. Pero eso no suele ocurrir en las sociedades sin que alguien, algún sector social o un individuo denuncien y combatan.

En una época racionalista, en que lo instrumental ha llegado a los extremos de lo imaginado; cuando toda la realidad histórica del minuto y segundo en que vivimos está entrelazada por cadenas de comunicación electrónica en “tiempo real”, es prácticamente imposible sustraerse de la globalidad, por lo tanto ante las avasalladoras ideologías globalizantes, no queda otro bastión que la ideología local, como lugar donde se gestan los liderazgos de resistencia, y, también, las fuentes de alta creatividad. Allí es que hay que buscar y rescatar su importancia, racionalizar su fuerza o connotación telúrica, sin cuya existencia, no habría asidero para la creación estética ni pretexto para la creación científica ni mucho menos razones para la insurgencia política y social.
A nivel individual, el darnos cuenta de lo que hemos sido nos ayuda a entender lo que somos ahora, eso nos obliga a querer saber lo que seremos en el futuro, invitándonos a crear una irrealidad factible, imaginar un sueño, para cuya consecución podemos entregar la vida entera.

En el discurso de la post-modernidad se considera la alteridad como un alto valor, la coexistencia entre diversos y la variedad asumida como riqueza, contra la dictadura de las mayorías, los fuertes, el sentido común y la razón; experiencias irracionalistas, como el abstracto y el surrealismo en el arte, la deshumanización del nazi-fascismo, la intolerancia estalinista, el terrorismo de toda tendencia ideológica, la creación de armas de destrucción masiva, la usurpación de la ciencia y la tecnología por parte del imperialismo transnacional; la guerra imperialista que Mr. Busch desató contra los países musulmanes, rebasando toda la racionalidad de las normas e instituciones del derecho internacional, y la despiadada destrucción de la naturaleza, nos han demostrado hasta la saciedad, que sólo la coexistencia en equilibrio, tolerancia y colaboración entre diversos es la clave para garantizar una vida digna y larga para nuestra civilización.
Por eso es más importante aún, rescatar símbolos, crear nuevas formas de fraternidad e identidad humanas, superar limitaciones ficticias en territorios, razas, etnias, religiones e ideologías. La humanidad quiere ser una gran confederación de diversos respetuosos, libres y felices.

Y, a ese río es que afluye nuestro modesto “cusqueñismo”, de cuya taxonomía se ocupa el amigo Calvo en su libro mostrando en atisbos, lo que la antropología colonialista y burguesa en boga, al no poder entender el decurso histórico, pretende encasillarlo en fórmulas y teorías rígidas como carriles ferroviarios, cuando, en realidad, la vida marcha por causes naturales.

Finalmente debo agregar que comentar un libro es también discutir con él, mejor dicho con la ideología que lo anima, y eso es complementarlo, abrirle puertas y horizontes, engrandecer su arquitectura. Y si “El Cusqueñismo”, el libro de Rossano Calvo, convoca al estudio y la reflexión creemos que está cumpliendo el mejor de sus cometidos.

2 Comments:

Blogger gsamsa said...

"El andalucista es un andaluz de segunda y un español de tercera"

Antonio Machado.

Y, no estaría mal el cuidar un poco la escritura: el regionalismo, ya que no tribalismo, o localismo, no debería estar reñida con los buenos usos del lenguaje modernista.

Y para salpimentar su prosa: un poco de concisión.

Perdone la arrogancia "modernista" señor admirador de Lacan, Derrida y Braudillard.

"Non multa, sed multum" decían los odiados clásicos romanos, denostadas fuentes de la racionalidad occidental, "No muchos, sino mucho".

5:54 PM  
Blogger gsamsa said...

quise decir, "..no debería estar reñido..." para guardar la adecuada concordancia de género.

5:55 PM  

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