cusqueñismo y cuscologia

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Location: Cusco, Cusco, Peru

Escritor, promotor cultural, artista plástico e ingeniero químico, dedicado a la creación y producción cerámica. Ha publicado obras sobre temas de cultura, poesía, historia, química y geometría.Web:www.kutiry.org, email:jgutierrezsamanez@yahoo.com.

Tuesday, March 28, 2006

El cusqueñismo en debate II

“EL CUSQUEÑISMO” EN DEBATE II
Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez

Cuando el antropólogo Rossano Calvo, presentó su libro: “Ideologías Locales del Perú, El Cusqueñismo” me invitó a participar con mis puntos de vista, lo hice con la convicción de abrir el debate sobre el tema y creo que por mis ímpetus reflexivos afecté la susceptibilidad del autor y de quienes estuvieron presentes con mis palabras disonantes y contrapuestas a los criterios del autor. Pues siempre se espera, en estos casos, un discurso encomiástico para con el autor y su obra. Yo sacrifiqué ese parecer en arras de expedir algunas ideas y generar las condiciones para que ese libro, lejos de caer en el complot del silencio, sirva de leña para atizar el fuego. Pues se trata de nuestra ideología local, la que se estuvo gestando conforme el hombre de estos lares iba tomando conciencia de su rol histórico, su protagonismo, su búsqueda de porvenir, acudiendo a la exhumación de su pasado para encontrar raíces y tradiciones que le den sustento en su presente.

No es gratuito ni ilegítimo que toda etnia, pueblo o nación repiense su pasado y lo use como elemento de su propio “empoderamiento”, (del mismo modo como en ciertos pueblos indígenas se desentierran los huesos de los muertos para tenerlos consigo en la memoria). Ese es un modo de proceder general en todo el género humano. Y es trasversal a la lucha de clases y a la lucha político-económica, porque es un aspecto de la cultural y la civilización. Es legítimo que la gens, la tribu o la etnia, reclame por los aportes que le hizo a la humanidad y sienta legítimo orgullo, esto es fáctico, no es intuicionismo, ni esencialismo. Además pueden probarse vínculos históricos y de sangre, mediante la arqueología, la etnohistoria, la biología y la genética.

Por otro lado, el reconocimiento y el prestigio son también fuerzas, que como la lucha de clases, el inconciente colectivo, el eros y el tánatos, mueven la rueda de la historia. Merced a ello, hay renacimentos, que no son reinvenciones ni expropiaciones (que eso se hace con lo ajeno y no con lo propio), pues con elementos dejados por sociedades fenecidas o muertas, nada podría forjarse si no es al calor de la vida, el esfuerzo contemporáneo, que conciente o inconcientemente, recrea, crea e innova sobre referentes fácticos, objetivos o históricos sean estructurales o súper-estructurales. Cada sociedad crea su filosofía, su credo, su acción, sus principios. Los filósofos exploran y acondicionan su cauce histórico, sus poetas, artistas, científicos o sus visionarios, colocan hitos para el florecimiento futuro. Dejan tareas, misiones por cumplir a sus descendientes generacionales y así es como los pueblos engrandecen, superan y florecen abonándose a sí mismos con el detritus de sus propias vivencias.

Esa es la fuerza mítica de un pueblo que la inteligencia traduce o sintetiza en ideologías locales; mucho más, cuando se la vive desde dentro, cuando se la tiene como suya propia, como una religión laica que orienta la propia vida del ser mismo o de un grupo de individuos.

Esta ideología, al madurar, conforme maduran las condiciones económico-sociales, se torna en trueno o en avalancha cuando cobra energía y fuerza en las multitudes y puede transformar la historia y enderezar los cauces equivocados por la corrupción, la felonía y el crimen. Por todo eso es respetable y creo que no podemos acercarnos a su interpretación, con la flema del que diseca un cadáver, sino con el fuego, la emoción y el dolor de quien la siente en la propia carne, en el latir de la sangre por las venas y en la explosión entusiasta de sus ideas, obras e iniciativas.
Es cierto que una ideología local puede echarse a perder en el chauvinismo o perecer en la esquizofrenia al no encontrar solución a su cause y ser una lucha destructiva e interior consigo misma. Pero eso no suele ocurrir en las sociedades sin que alguien, algún sector social o un individuo denuncien y combatan.

En una época racionalista, en que lo instrumental ha llegado a los extremos de lo imaginado; cuando toda la realidad histórica del minuto y segundo en que vivimos está entrelazada por cadenas de comunicación electrónica en “tiempo real”, es prácticamente imposible sustraerse de la globalidad, por lo tanto ante las avasalladoras ideologías globalizantes, no queda otro bastión que la ideología local, como lugar donde se gestan los liderazgos de resistencia, y, también, las fuentes de alta creatividad. Allí es que hay que buscar y rescatar su importancia, racionalizar su fuerza o connotación telúrica, sin cuya existencia, no habría asidero para la creación estética ni pretexto para la creación científica ni mucho menos razones para la insurgencia política y social.
A nivel individual, el darnos cuenta de lo que hemos sido nos ayuda a entender lo que somos ahora, eso nos obliga a querer saber lo que seremos en el futuro, invitándonos a crear una irrealidad factible, imaginar un sueño, para cuya consecución podemos entregar la vida entera.

En el discurso de la post-modernidad se considera la alteridad como un alto valor, la coexistencia entre diversos y la variedad asumida como riqueza, contra la dictadura de las mayorías, los fuertes, el sentido común y la razón; experiencias irracionalistas, como el abstracto y el surrealismo en el arte, la deshumanización del nazi-fascismo, la intolerancia estalinista, el terrorismo de toda tendencia ideológica, la creación de armas de destrucción masiva, la usurpación de la ciencia y la tecnología por parte del imperialismo transnacional; la guerra imperialista que Mr. Busch desató contra los países musulmanes, rebasando toda la racionalidad de las normas e instituciones del derecho internacional, y la despiadada destrucción de la naturaleza, nos han demostrado hasta la saciedad, que sólo la coexistencia en equilibrio, tolerancia y colaboración entre diversos es la clave para garantizar una vida digna y larga para nuestra civilización.
Por eso es más importante aún, rescatar símbolos, crear nuevas formas de fraternidad e identidad humanas, superar limitaciones ficticias en territorios, razas, etnias, religiones e ideologías. La humanidad quiere ser una gran confederación de diversos respetuosos, libres y felices.

Y, a ese río es que afluye nuestro modesto “cusqueñismo”, de cuya taxonomía se ocupa el amigo Calvo en su libro mostrando en atisbos, lo que la antropología colonialista y burguesa en boga, al no poder entender el decurso histórico, pretende encasillarlo en fórmulas y teorías rígidas como carriles ferroviarios, cuando, en realidad, la vida marcha por causes naturales.

Finalmente debo agregar que comentar un libro es también discutir con él, mejor dicho con la ideología que lo anima, y eso es complementarlo, abrirle puertas y horizontes, engrandecer su arquitectura. Y si “El Cusqueñismo”, el libro de Rossano Calvo, convoca al estudio y la reflexión creemos que está cumpliendo el mejor de sus cometidos.

Thursday, March 02, 2006

ARTE POPULAR CUSQUEÑO

EL ARTE POPULAR EN EL CUSCO
Por: Julio Antonio Gutiérrez Samanez
ORIGENES DEL ARTE POPULAR CUSQUEÑO
Los orígenes de la artesanía y el arte popular de la ciudad del Cusco, antigua capital del imperio de los incas, se pierden en la historia, pues se hizo artesanía u objetos utilitarios hechos a mano, desde las primeras ocupaciones del espacio cusqueño en Marcavalle (cestería, talla en huesos y piedras), Cotacalle, Chanapata y Quillke (invención de la cerámica, talla de piedras preciosas, textiles rústicos); Huari (alta cultura con cerámica policromada, textilería fina, arte plumario, metalística, etc.) y, finalmente, el periodo inca, síntesis de la cultura andina prehispánica.
Con la llegada de los españoles, se inició el proceso de occidentalización de la cultura andina para lograr un sincretismo cultural, una cultura mestiza en la que se fundieron técnicas precolombinas y técnicas de orígen árabe y grecolatino tales como: tejido con telares verticales y de pedal, nuevas técnicas de teñido, cerámica enlozada con plomo y estaño, imaginería colonial en yeso y madera, pintura con resinas polícromas sobre keros de madera, orfebrería y platería sacra, pintura al óleo sobre lienzo de la "Escuela cusqueña", talla en madera para altares, púlpitos y marcos de estilo Churrigueresco o "crespo cusqueño", dorado con hojas de pan de oro; talla en piedra con cinceles de hierro y acero (fuentes ornamentales, columnas, esculturas como las "indiátides" (cariátides india), sierpes y relieves para la arquitectura, etc.
La explotación del trabajo textil tuvo visos de esclavismo, pese a su forma administrativa semi industrial, en los obrajes y chorrillos; del mismo modo que en los grandes talleres de pintura, regentados por las órdenes religiosas, donde se fabricaron cientos de varas cuadradas de lienzos pintados, por día.
En el periodo republicano decayó la industria artesanal colonial por la pérdida de los mercados europeos. La artesanía se redujo a la práctica de pocos maestros que cultivaron y mantuvieron vigentes las técnicas artesanales coloniales.
En las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX, el movimiento indigenista, propugnado por intelectuales como: Clorinda Matto de Turner, el grupo del “Centro Científico” y los intelectuales de la Reforma universitaria de 1909, alentaron el cultivo de la artesanía y el arte popular. Se realizaron varias tesis universitarias sobre el arte peruano y cusqueño (como los trabajos de J. Uriel García, Ángel Vega Enríquez, Francisco González Gamarra y Luis E. Valcárcel.)
En 1919, el pintor cajabambino José Sabogal, que volvía de Europa por el camino de la Argentina y Bolivia, pasó una larga temporada en el Cusco y advirtió la necesidad de conservar, proteger y desarrollar el arte popular cusqueño, incitando a los intelectuales a interesarse en el tema.
En 1924, con motivo del centenario de la independencia nacional, se realizó una gran exposición en la que se mostró artesanía con reminiscencias inca y colonial de la Fábrica Ruiz Caro; tejidos indígenas de las comunidades nativas, trajes típicos y joyería artesanal.
En el diario "El Sol" del 24 de diciembre de 1929, el periodista y artista Julio G. Gutiérrez Loayza, observando la decadencia de la feria popular navideña del "Santuranticuy" (Compra de santos), propugnó el apoyo y estímulo pecuniario a los artesanos participantes.
Todas estas iniciativas en procura de rescatar el legado cultural y el arte popular cristalizaron en 1937, cuando el Dr. J. Uriel García Ochoa, humanista, filósofo y esteta cusqueño, fundó el Instituto Americano de Arte con el objeto de revalorar la cultura y las artes populares en todas sus manifestaciones, instaurando la premiación de los mejores trabajos de la Feria navideña del "Santuranticuy" y creando el Museo de Arte Popular, para su conservación y difusión. Como consecuencia de esa labor fueron descubiertos los artistas populares y artesanos más importantes del siglo XX y, algunos de ellos, durante el primer gobierno del arquitecto Belaúnde (1962-68) y durante el régimen militar nacionalista de Velasco Alvarado (1968-74), fueron promovidos a nivel internacional; me refiero a: Hilario y Georgina Mendívil, Edilberto Mérida, Antonio Olave, Santiago Rojas y los esposos Sierra Palomino. A esa lista hay que agregar a las Familias Béjar, La Torre y Aller, en imaginería; Villalobos, en pintura popular; Ormachea y la familia Cachi, en orfebrería y platería; Angel Gutiérrez, Carlos Ruiz Caro y Sabino Tupa en cerámica arquitectónica, utilitaria y grotesca, respectivamente. Rosa Moreno y sucesores, en cerería artística; la familia Cruz Simbort, en madera tallada y dorada; Nemesio Villasante, en mascarería de Paucartambo, etc.
PRINCIPALES LINEAS DEL ARTE POPULAR CUSQUEÑO
En el libro "Sesenta Años de arte en el Qosqo" de Julio G. Gutiérrez L (Cusco 1994) se consignan las siguientes líneas artesanales:
1.- PINTURA POPULAR.- Pintura de réplicas de la "Escuela Cusqueña"; pintura de carteles y pendones de "Chichería".
2.- ESCULTURA.- Imaginería religiosa: cristos, santos, niños, vírgenes, arcángeles, nacimientos, retablos. "Imágenes de cuello largo" de Mendivil; Imágenes de comparsas de bailarines de Santiago Rojas.
3.- CERÁMICA.- Réplicas de cerámica inca, con la técnica precolombina de óxidos naturales y engobes o arcillas de colores bruñidos en crudo y la técnica de pintado "al frío" con colores de témpera al agua. Cerámica vidriada de estilo colonial español, con reminiscencia árabe (Hidras o raquis, tinajas y vajilla). Figuras escultóricas de cerámica de tipo "grotesco".
4.-EBANISTERÍA Y TALLA EN MADERA.- Mueblería tallada con incrustaciones de maderas de colores, nácar y conchaiperla. Muebles, retablos, marcos y puertas talladas y doradas a la hoja, al estilo colonial. Espejería de tipo colonial ( marcos tallados con incrustaciones de retazos de espejos). Muebles tallados en miniatura. Vasos, juguetes, trompos y recipientes de madera torneada.
5.- TEXTILERÍA.- Tejidos en telar de cintura y de “estaca”, para prendas de la indumentaria indígena y popular: ponchos, llijllas, gorros o chullos, cintas labradas o fajas. Muñecas y tejidos a crochet y palitos.
6.- METALÍSTICA.- Platería litúrgica: Custodias, Cálices y patenas de estilo colonial. Joyería: aretes, anillos, pendientes, collares y broches con incrustaciones de perlas y piedras preciosas, de estilo prehispánico, colonial y moderno. Vajilla doméstica. Orfebrería suntuaria: joyas de oro de uso doméstico, aretes, collares, anillos, sortijas y prendedores. Bisutería: Aretes, collares, brazaletes, etc. de alambre alpaca o de bronce con piedras semi-preciosas, malaquita, cuarzo, lapislázuli, hematita, etc. y piedras de fantasía o cuentas de cerámica decorada y vidriada. Herrería: Arañas, verjas y rejas de fierro forjado; candados y cerrajería tradicional. Hojalatería: juguetería de navidad, cruces, adornos y figuras típicas cusqueñas.
7.- REPUJADO EN CUERO.- Muebles de madera y cuero repujado y policromado, monturas, petacas, baúles y cartapacios. Zapatería, gorras y sombreros de cuero con tejido típico "away".
8.- TENERÍA.- Fuetes, zurriagos y látigos de cuero trenzado.
9.- COREOPLASTÍA Y CORNUCOPIA.- Tallas, cofres y bastones en cuerno y hueso. Bocinas o "huajra p'uccus" de cuerno. Decoración y pintura sobre vidrios y espejos en marcos; "Altares de Corpus".
10.- CERERÍA.- Velas, ciriones y blandones policromados y decorados ("labrados") típicos del Cusco.
11.- FLORERÍA.- Flores artificiales en tela, papel, plumas y hojalata. Arreglos con flores secas, etc.
12.- LENCERÍA.- Encajes, trabajos y bolillo. Bordado en diferentes procedimientos. Prendas litúrgicas: casullas, dalmáticas, estolas, albas, roquetes, etc.
13.- REPOSTERÍA ARTISTICA.- Tortas de bodas y de cumpleaños. Figuras en dulce de almendra. figuras de nacimiento en miniatura en dulce.
14.- PIROTECNIA.- "Castillos", "paradas" y fuegos de artificio.- Las típicas salas de la pirotécnia cusqueña".
A esta clasificación del profesor Gutiérrez Loayza, podemos agregar algunas artesanías nuevas, aparecidas por el auge del turismo en el Cusco, tales como:
15.- TRABAJOS EN PALITOS DE FOSFORO.- Escultura y escenas costumbristas talladas en palitos.
16.- TALLA EN PIEDRA.- Joyería y pequeñas esculturas, relieves, souvenirs, réplicas de objetos rituales andinos (tumis, conopas, pumas, cóndores) juegos de ajedrez, en piedra de alabastro, pizarra y serpentina.
17.- MASCARERÍA.- Máscaras de papel tiza y yeso encolado para atuendo de las diferentes danzas indígenas y mestizas.
18.- BORDADURÍA.- Confección y bordado a mano de trajes de imágenes religiosas y escapularios, "detentes", pendones y estandartes. Vestidos y ropa de cama en miniatura para las imágenes del nacimiento de navidad. Bordado a máquina o “maquinasca” de trajes típicos indígenas.
19.- MUÑEQUERÍA INDÍGENA DE TRAPO. Muñecas de tela, bayeta, tejido de punto y en telar de cintura, realizadas por las comuneras indígenas.
20.- CONSTRUCCIÓN DE INSTRUMENTOS TÍPICOS.- Construcción de quenas, zampoñas, antaras de caña de bambú y madera torneada. Ocarinas y silbatos de cerámica. Bombos y tambores de cuero y madera terciada. Sonajas o "chacchas" de cuero y pezuñas de auquénidos.
21.- BISUTERÍA CERÁMICA.- Cuentas o “vedas”, placas circulares, botones, dados de cerámica decorada a mano y vidriada. Placas y dados con decoración serigráfica de tercera quema. Zoológico o animalitos en miniatura en cerámica blanca esmaltada a fuego.
22.- CERAMICA "EN FRIO" Y CON PASTAS EPÓXICAS.- "Canastitas de la abundancia", animalitos, esculturas sobre botellas, cuchillos, pipas, cortaplumas, encendedores, amuletos.
23.- VITROFUSIÓN.- Botones, cuentas, bisutería decorada con serigrafía sobre vidrio fundido.

ARTISTAS POPULARES CUSQUEÑOS REPRESENTATIVOS
HILARIO Y GEORGINA MENDIVIL
Maestros del arte popular, innovaron creativamente la imaginería con sus imágenes religiosas “de cuellos largos”, logrando una dimensión moderna y estilo personal propios. Haciendo uso del decorado clásico de la escuela cusqueña del dorado y estofado con flores y líneas. Son famosas la Virgen de la Espera, los arcángeles y reyes magos de cuello largo. En ese mismo estilo siguen creando sus descendientes.
EDILBERTO MÉRIDA
Creador de un estilo escultórico cerámico nuevo conocido como "grotesco", en el que caricaturiza las características o rasgos étnicos del hombre andino. Son famosas sus madres indias, sus cristos desgarrados y esculturas de hombres y mujeres en actitudes de protesta, igualmente son conocidos sus santos y nacimientos. Su estilo ha hecho escuela y tiene innumerables discípulos en el Cusco y Pucará. Una universidad norteamericana le concedió el título de Doctor Honoris Causa en Bellas Artes.
SANTIAGO ROJAS
Imaginero paucartambino que popularizó comparsas de bailarines minuciosamente decorados con sus trajes típicos y en actitudes propias de sus danzas. También ejecuta imágenes de santos y vírgenes así como escenas costumbristas, nacimientos navideños, máscaras e imágenes ecuestres del patrón Santiago.
MAXIMILIANA PALOMINO DE SIERRA
Hija y discípula del gran maestro imaginero Fabián Palomino, de quién heredó la técnica de creación de muñecas con trajes típicos de las diferentes regiones del Cusco, con una altísima calidad expresiva e interpretativa.
ANTONIO OLAVE
Discípulo de Fabián Palomino es el depositario de una serie de técnicas precolombinas en la cerámica decorada de tipo inca con engobes, óxidos y pigmentos naturales y antiguas técnicas de imaginería colonial fina, con la que logra realizar vírgenes, santos, niños y figuras sagradas de pasta de yeso, tela encolada, con ojos de vidrio, dientes de cánula de pluma y cabello ensortijado con precioso acabado, decorado o estofado sobre pan de oro y plata, realmente insuperables.
CARLOS RUIZ CARO NIN
Industrial y empresario heredero de una tradición de un siglo de trabajo artesanal en la cerámica utilitaria y artística. Ha sido el introductor de las famosas chaquiras o cuentas cusqueñas, para collares y aretes, productos de joyería artesanal, sin duda, más exitosos de los últimos tiempos. Su creación ha tenido un gran impacto en la economía regional, pues dió trabajo y ocupación a cientos de personas.
GREGORIO CACHI
Platería de San Pablo (Canchis), descendiente de orfebres y plateros ancestrales, depositario de antiguas técnicas y diseños de tipo incaico y colonial. Ha producido joyas, vajilla sagrada, coronas de plata labrada que son reconocidas por su alta calidad.

EL ARTE POPULAR Y SU PERSPECTIVA
En el imaginario popular, el arte es un medio creativo de expresión que conserva las tradiciones y costumbres que afloran del inconsciente colectivo, a diferencia del llamado arte culto que está sujeto a cánones estéticos de las escuelas occidentales, a las tendencias de moda y a los "ismos".
El arte popular es un venero de creatividad con infinitos grados de libertad que le dan capacidad para crear o recrear técnicas u oficios, con la finalidad de captar los motivos de la tradición y de la actualidad, no con el simple afán mercantilista o búsqueda de renombre y fama para sus autores, sino, como expresión libre del ingenio popular en su nivel más básico o elemental y, por lo tanto, natural; de allí que sus ingredientes sean, también: el humor, la sorna, la picardía, la caricaturización de la vida diaria, las controversias políticas, costumbre inveteradas y exabruptos de personajes anecdóticos, etc.
Aunque los temas religiosos sean los abundantes, la temática profana empieza a abrirse paso, en estas obras, el artista anatemiza y se burla de las autoridades y de los poderosos, con ironía. Denuncia hechos escandalosos, abusos de poder, situaciones de protestas populares que el ciudadano común, el hombre de la calle, aprecia y goza, identificándose plenamente con el mensaje. Este aspecto del nuevo arte popular, desmiente la acusación de ser repetitivo. Lo repetitivo resulta siendo lo que se ha consagrado en el mercado, tanto como pieza única u obra de arte (a imitación del mal llamado “arte culto”) que posee alto valor comercial y aunque se le llama "arte popular", no está al alcance de la modesta economía del pueblo. Por otra parte tenemos al "producto artesanal", semi-mecanizado, producido en serie como "gift" (regalo) o como objeto de consumo turístico, "souvenirs". Este arte popular hecho para el mercado, lamentablemente, sufre distorsiones tales como: amaneramiento, gigantismo, barroquismo o profusión y mezcolanza de diseños, por causa, principalmente, de la manipulación propiciada por los organizadores de concursos y premiaciones, mal asesorados.
Aún en estas condiciones, el arte popular propiamente dicho, es siempre ingenuo y primitivo; modesto y barato; rico en simbolismo y creatividad. Por ser una expresión primaria, es más bien sobrio, adolece de los afeites del producto para exportación, pero es exhuberante en su capacidad creativa y audacia innovadora tanto en la técnica como en la temática, pues hace uso de materias primas provenientes de recursos naturales renovables y materiales de reciclaje, y, sabiamente, nutre su acervo del imaginario colectivo, de la crítica de la vida política y social, la tradición y la modernidad.
Como ejemplos cito los altares de Corpus, escenas costumbristas de artistas como Jesús La torre, Villalobos y Alex Martínez, este último muestra en sus obras maestría en la expresión creativa en temas como: El zapatero remendón, el fotógrafo de plazuela, etc., que ostentan rótulos siempre satíricos y burlones.
En cuanto a la pintura popular de tipo colonial que conocemos como réplicas de Escuela Cusqueña, se ha incrementado el repertorio de temas ( vírgenes de la leche, del rosario, la pastora, la peregrina, la vírgen de la espera, etc.) y se las reproduce en diferentes formatos.
Finalmente, el arte popular cusqueño mestizo que se nutre, a la vez, de la fantasía creativa del arte indígena contemporáneo y de la artesanía universal, por el cosmopolitismo de esta ciudad turística y globalizada por la comunicación moderna, está adoptando técnicas nuevas y orientando su producción a las sugerencias del mercado mundial, pero sin perder la fuerte personalidad estética y orgullo étnico que la caracteriza.

LA MUJER EN LA HISTORIA DEL CUSCO

LA MUJER EN LA HISTORIA DEL CUSCO
Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez

A LA MEMORIA DE MI MADRE, SRA. CONSUELO SAMANEZ CACERES DE GUTIERREZ

Por gentil invitación del Comité Organizador del Encuentro de Escritoras he preparado estas glosas en homenaje a la mujer cusqueña. No soy un especialista ni mucho menos historiador, tan solo alguien que, con voluntad y pasión, ha consagrado parte de sus desvelos al estudio de nuestra historia, tradiciones e identidad cultural sin otro afán que el de abonar ese jardín florido de la peruanidad que es el cusqueñismo. Un localismo dialogante, altivo, al mismo tiempo que creativo, esperanzador y de vocación universalista.
Rendir homenaje a la mujer es rendir el homenaje a la madre que nos diera la vida y que con amor maternal nos indujera a amar lo nuestro sobre todas las cosas y consagrar la vida entera a esos altos menesteres. Por eso nos remitimos al proceso de la historia para mostrar que, paralelamente a la historiografía oficial hecha unilateralmente por varones, hay una historia exclusiva del género femenino.
La humanidad ha desarrollado muchísimo en las últimas centurias y el futuro ofrece un desarrollo aun mayor, ahora con la competencia de la mitad de la población, constituida por mujeres, género que hasta hace poco sufrió injusta postergación.
El varón dominó la humanidad desde sus albores. Sólo en una remota época, predominó la mujer. Fue la etapa de la aurora humana, conocida como matriarcado. Después, al constituirse la sociedad patriarcal, la mujer pasó a ser considerada como un objeto sexual, casi una esclava, sin derechos y sólo con obligaciones. Sucesivamente las sociedades Asiría, Egipcia, Griega y Romana, relegaron sistemáticamente a las mujeres. Hubo heroínas del pensamiento como la griega Hipatía, o trágicas reinas como Cleopatra. En la Edad Media, se distinguieron Juana de Arco e Isabel de Castilla. La religión católica y la inquisición persiguieron a las mujeres poseedoras de conocimientos calificándolas de brujas.
Las sociedades precolombinas en América también relegaron a la mujer pero en la sociedad andina la mujer tuvo un rol de relativa igualdad, en el norte hubo sacerdotisas que dominaron las ceremonias sangrientas de los mochicas y las regias reinas guerreras: las capullanas. Imaginamos acaso, la destreza de las tejedoras Paracas o Wari y Tiahuanaco. Dueñas de secretos alquímicos de la preparación de pócimas de hierbas, sales y mordientes de una tintorería que fue sepultada con ellas en los desiertos. Uno de los mitos incásicos de la creación del Imperio Inca considera a Mama Occllo una mujer extraordinaria que enseñó las artes textiles, el arte de la crianza de los niños, los hábitos de la civilización. Porque la mujer, acumuladora de inventos y soluciones prácticas las hizo suyas en su hogar o caverna: textiles, tejidos, cestería, alfarería y todas las manualidades. Pero también accedían al control del estado y compartían el uso del poder; cada gobernante imperial tenía una gran mujer a su lado. A Sarmiento de Gamboa en tiempos de Toledo, le informaron los amautas la historia de Mama Huaco quien, con mucha bravura, había despojado de sus tierras a los antiguos Huallas, después de degollar a uno de sus enemigos le había sacado e inflado los pulmones para dar valor a los suyos; otros cronistas como Guamán Poma, en sus textos y dibujos hablan, por ejemplo, de Anahuarque, esposa del gran Pachacuti y de la brava capitana Chañan Curicuca o mejor Chaiña Coricuca (según el historiador Cornejo Bouroncle) que enfrentó a los chancas y retuvo el ataque en las alturas de Cchocco-Ccachona y luego de alcanzar la victoria, en Yawarpampa bailó sobre los cadáveres de los vencidos al compás de los tambores y los pututos.
Sin embargo, las mujeres, también, eran usadas para establecer alianzas políticas a través de matrimonios y el inca entregaba jóvenes muchachas, como sacrificio para aplacar la furia de sus dioses o como regalo por el valor de sus generales y jefes aliados. El amor por una bella mujer, hija del inca, perdió al legendario Ollantay quien aspiraba unir en matrimonio su sangre plebeya con la sangre real. Y al ser rechazado por haber consumado el matrimonio en secreto, se rebela contra la suprema y despótica autoridad, en el drama colonial inspirado en tradiciones orales de los descendientes del imperio.
El bello sexo, sutilmente, con astucia e inteligencia compartió el poder y manejó a su antojo a los hombres más soberbios. Al caer el imperio algunas mujeres fueron desposadas por los conquistadores, sea por amor o por la fuerza, trajeron al mundo una nueva raza. Dos mujeres ejemplarizan esa época crucial: la Palla Ccori Occllo, hermana de Manco Inca y la princesa Isabel Chimpu Occllo
La primera, al caer prisionera de los españoles durante la huída de Manco, prefirió la muerte antes de ver mancillado su honor por los brutales vencedores untando su bello cuerpo con estiércol, nos muestra el orgullo de una raza indomable e invencible. La palla Isabel nieta de Túpac Inca Yupanqui y sobrina de Huayna Ccapac, obligada a convivir con un capitán español, crió en su seno a un niño al que con amor y cariño maternal le enseñó la grandeza de sus antepasados, narrándole hechos que décadas después recordará con lujo de detalles en muchos pasajes de su monumental obra, el Inca Garcilaso de la Vega, él recuerda cómo su madre y parientes maternos se lamentaban llorando el cambio de su suerte pues habiendo sido reyes antes, ahora reinaban en vasallaje. La palla Isabel sufrió el injusto repudio por parte del capitán español, quien luego, desposó a una española.
Es conocida, también, la historia de Beatriz Clara Coya hija de Sayri Túpac, casada aun niña con el capitán Martín García de Loyola -sobrino de San Ignacio de Loyola, sólo por el mezquino interés de este español de heredar sus bienes que, Beatriz como heredera directa de los últimos incas, le correspondían. Sometida a vivir con aquel detestable hombre que capturó a su tío Túpac Amaru, el inca adolescente que huía llevando a Punchao, el ídolo de oro que representaba al sol y en cuyo interior estaban unidas las cenizas de los corazones de todos los emperadores del incario. Su hija, Ana María Lorenza, quedó huérfana y fue llevada a España donde casó con Juan Enrique Borja, nieto de San Francisco de Borja, y consiguió el título de Marquesa, dueña del Marquesado de Oropesa en el valle sagrado de los incas. Estos dos matrimonios se hallan retratados en un lienzo de la iglesia de la compañía de Jesús.
Juana Pillco Huaco, hija de Túpac Amaru, casó con Felipe Condorcanqui curaca de Tinta, de cuya descendencia real nació el prócer de la independencia José Gabriel Túpac Amaru en cuya revolución se vivió la mayor epopeya de la mujer andina con Micaela Bastidas, esposa y lugarteniente del Rebelde, reconocida por los historiadores por su talento militar y arrojo sin límites que conservó hasta el último instante de su cruel sacrificio, cuando fue salvajemente torturada y asesinada junto con su marido y familiares en la plaza de armas de esta tierra, marcando, así, con su sangre, las páginas de la historia americana. De Micaela se conocen cartas alentando a la sublevación, comunicaciones con su marido para la organización y dirección de la guerra, ella misma comandaba tropas e intervenía en el campo de batalla. Con ella recordemos a las otras capitanas y mártires de la libertad como Tomasa Tito Condemayta, Cecilia Túpac Amaru, Marcela de Castro y Manuela Tito Condori .
En Europa, ni siquiera, en el siglo XVIII, el siglo de la ilustración y la Revolución Industrial, se abrieron las puertas a la mujer. Muchas literatas se ocultaban tras seudónimos masculinos y hubo pensadores misóginos como Schopenhauer que decía que la mujer era una animal de cabellos largos e ideas cortas. Aquella sociedad no educaba a la mujer sino para labores domésticas y triviales.
Durante la guerra de la independencia una bella cusqueña acaparó la atención y admiración del los pueblos: La Mariscala, mujer de carácter y temple varonil, esposa del militar cusqueño Agustín Gamarra. Un enemigo acérrimo del libertador Bolívar y de sus proyectos panamericanos, por una razón de carácter sentimental y humana: por una carta de Sucre a Bolívar, se sabe que Gamarra odiaba a Bolívar porque, mientras a él, lo abrumaba con títulos y obsequios, pretendía enamorar a su mujer, según ella misma se lo había confiado. Esa actitud desleal, hizo que Gamarra combatiera a la Confederación Peruano Boliviana hasta derrotarla en Yungay con la ayuda de los ejércitos chilenos del general Bulnes. Cuenta la tradición que fue la Mariscala la encargada de coronar a Bolívar, a su llegada al Cusco, con una corona de laureles hechos en oro por orfebres nativos, la corona resultó muy grande para el cráneo microcéfalo del caraqueño y fue a parar a sus hombros. En una de esas fiestas la Zubiaga le había propinado una sonora bofetada al orgulloso libertador de las cinco repúblicas americanas, por haberse propasado.
La Mariscala, a caballo con uniforme militar y con fuete en mano, había desbaratado varios intentos de sublevación de las tropas y, con fusil y espada, había intervenido en los combates. Durante la presidencia de Gamarra manejó a su antojo al Congreso y a los ministros.
La república aristocrática criolla nacida de la victoria de Ayacucho pronto se olvidó del Cusco. La Confederación fue la última alternativa para devolverle a esta ciudad su estatus de capital de la nación, caída ésta, en 1835, sobrevino la decadencia, el caos. La tiranía militar y el caudillismo se apoderaron del país, mientras se entregaban las riquezas al naciente imperialismo inglés: el comercio lanero, las riquezas minerales, el guano y el salitre que nos ocasionó la infausta guerra con Chile. Una mujer inicia la liberación de su género en el Cusco, contagiada de los nuevos ideales libertarios y gremialistas, reúne al proletariado artesanal en la Sociedad de Artesanos, para iniciar la lucha por arrancar sus derechos más sentidos. Ella fue María Trinidad Enríquez, descendiente de Túpac Amaru, valerosa mujer que fue la primera universitaria del Perú y una de las organizadoras de los regimientos cusqueños que se batieron heroicamente contra el invasor chileno.
Otra gran cusqueña, encendió el fuego de la redención del indio al denunciar valientemente el abuso despiadado que el juez, el gobernador y el cura –“ésa trinidad embrutecedora del indio” en palabras de González Prada - ejercían contra la raza nativa. Las novelas y la vida misma de Clorinda Matto de Turner, vida ejemplar, valiente y digna, fueron de combate por un ideal de redención y de moralización de la vida social, que el clero retrógrado y el civilismo persiguieron con saña hasta echarla del país. En el exilio creció su fama y gozó del reconocimiento universal como grande de las letras americanas hecho que atestigua su obra publicada póstumamente “Viaje de Recreo”(1909) .
En el siglo XX, fue la ciencia el arma de liberación de la mujer en el mundo, asoma su débil figura de ilustre abuela Madam Curie, descubridora del elemento químico Radio que la hizo merecedora del Premio Nóbel de Química y colocó su nombre al lado de renombrados científicos como Rutherford, Thompson o Albert Einstein. Otras personalidades femeninas descollaron en el escenario mundial tales como: La poetisa chilena Gabriela Mistral, Nóbel de Literatura, la revolucionaria y pensadora alemana Rosa Luxenburgo y tantas otras mujeres que brillaron con luz propia en la ciencia, el arte y la filosofía. En la época contemporánea, la mujer realizó muchas conquistas sociales como el derecho al voto, la igualdad ante la ley y el acceso a los centros de estudio.
A principios del siglo XX era tal la situación en el Cusco que, cuando se proclamó la Primera Huelga Universitaria de Sudamérica, reclamando la reforma de una universidad decimonónica y caduca, las vendedoras del mercado creyeron que los universitarios se habían rebelado para disputarse los amores de las pocas jóvenes alumnas que asistían al claustro.
El protagonismo de la mujer empieza con la generación de “El Ande” en 1926, conformado por varones y mujeres estudiantes universitarias e influidos por la ideología del socialismo; un selecto sector femenino se agrupó y publicó la revista “Albores” ellas fueron: Lucrecia Núñez de la Torre, Martha Alicia Yépez, Rosa Rivero, Teresa Loaiza y Mercedes Quintanilla a algunas de las cuales las encontramos militando en los recién fundados partidos comunista y aprista y en los gremios sindicales que luchaban activamente contra los dictadores de turno: la de Leguía en los años treinta y Sánchez Cerro en el 31 y 32. Algunas de estas militantes sufrieron prisión y persecusión por sus ideales, la reacción clerical y la cucufatería las discriminó truncando sus aspiraciones, pese a ello Concepcion Ramos, por ejemplo, llegó a ser la primera mujer nombrada Juez.
En 1927 se fundó la Sociedad Pro Cultura Clorinda Matto de Turner, entidad que agrupó a distinguidas señoras y tuvo como primera presidenta a la Sra. Leticia Valcárcel de Álvarez, a la que siguieron entre otras, María Benavides de Paredes, Luisa Garmendia de Pacheco, Juana Pinelo de Frisancho, Elvira Romainville de Berninzon, Concepción Olarte de Estrada, Carmen Acuña de Ferro, Martha Alicia Yépez, Rosa Begazo de Olivera, Consuelo Ibarra de Aragón, Teresa Flores, Zoila Ladrón de Guevara, Abelina Pérez de Estrada, Carmen Monteagudo de Olazábal, Graciela Carreño, Luz Marina Cunza y Gilma Olazábal.
En el Instituto Americano de Arte entidad cultural fundada en 1937, fueron socias activas, Martha Alicia Yépez, Rosa Augusta Rivero, Estela Bocángel Montesinos, Carmen Estábile de Ferro, Delia Vidal de Milla, Nelly Aragón, Delia Blanco de Valencia, Julia y Celia Chambi y María Luisa Kuon. Actualmente laboran Carmela de Pérez, Yemira Nájar, Ana María Gálvez, Ana María Enciso Coronado, Tania y Blanca Gutiérrez y Gladis Concha.
También, a nivel personal, descollaron artistas y educadoras como la profesora Logria Flores, la Dra. Delia Vidal Unda, primera mujer que ejerció la cátedra universitaria en nuestra universidad y la Dra. Zoila Ladrón de Guevara Rectora interina de la Universidad; Poetizas como: Carmela Perea de Thomsom, Marga Elena o Margarita Mendizábal, Luchi Blanco poetisa y autora de cuentos para niños; Delia Blanco de Valencia y Emperatriz Escalante en la literatura quechua; escritoras contemporáneas como Ana Bertha Vizcarra, Tania Gutiérrez, Ruth Miranda, las hermanas Luz y Carmen Samanez Paz; Tania Castro actriz y poeta; Mitzy Gudiel. No faltan novelistas como Clorinda Caller Iberico, Genara Elorrieta y Betty Yábar.
En el arte, son de recordar: Carmen Vargas de Béjar, Julia Chambi, María Luisa Kuon, Georgina Dueñas de Mendivil, Maxi Palomino de Sierra y Genara Benavente; las actrices Delfina Paredes, Zulema Arriola y Tania Castro; compositoras como Consuelo Pagaza Galdo y Nancy Lucía Chávez Oroz.
En el periodismo Alfonsina Barrionuevo, Ernestina Baca, Rina Jara, Arelí Aráoz y Bertha Alegre. En la política son conocidas las parlamentarias Laura Caller, Friné Peña y Teresa Flores de Paliza. Recordemos también a las luchadoras sociales herederas de Micaela, como la heroína campesina Toribia Flores de Cutipa , asesinada por las fuerzas represivas en los años ochenta, las lideresas estudiantiles Fanel Guevara y Ana María Cabezas; Hoy en día es digno relevar la labor de Inés Fernández Baca y la Ing. Sandra Chevarría y la labor del Centro de Estudios e Investigaciones de la Mujer Andina “Trinidad Enríquez” que publicó la Revista “Mujer Andina”(1992), animado por Blanca y Tania Gutiérrez Samanez y un grupo de profesionales como la Dra.Gladis Oblitas, la Ing. Ana María Enciso Coronado y las antropólogas Ana María Gálvez y Yemira Nájar de Flores.
En la diplomacia destacó la Dra. Carmela Aguilar Ayans, primera Embajadora Mujer de nuestro país. En las ciencias físicas y naturales, citamos a la Dra. Laura Guevara Ochoa, la Ing. Miriam Salas, la Bióloga Nora Ugarte Bustinza, Vicerrectora de la Universidad; en las ciencias sociales destaca la antropóloga Carmen Escalante Gutiérrez, coautora de textos ya clásicos como “Gregorio Condori Mamani” Autobiografía de un campesino y otras valiosas obras de investigación, Imelda Vega Centeno, investigadora del Centro Bartolomé de la Casas; en arqueología citamos a Daisy Núñez del Prado y Mónica Paredes y tantas otras personalidades que en este apretado discurso, con seguridad, involuntariamente, he olvidado.
Para terminar debo decir que en nuestra generación, la mujer se viene destacando en la investigación científica y es la informática, una de las alternativas más eficaces para su desarrollo, por cuanto, la mujer presenta aptitudes específicas como la mayor capacidad de concentración, paciencia, disciplina, meticulosidad en el trabajo, que son fortalezas de su género. La informática es una actividad que requiere mayores facultades intelectuales y su aplicación alcanza la medicina, la arquitectura, la economía, la ingeniería y el Derecho. En los cuales es una herramienta de procesamiento de datos importante.
No hay, ahora, espacios profesionales en los que no compita la mujer, pero, en el mundo aún un 70% de mujeres son dependientes económicamente de sus parejas, pero la tendencia es a disminuir; el proceso de globalización de la economía, las mega tendencias del mundo moderno a la mundialización de los medios informáticos, con el Internet, abren posibilidades mayores, para el protagonismo y liderazgo de la mujer en la transformación del mundo. La cibernética y la informática han hecho realidad la mayor revolución de los tiempos modernos: la liberación de la mujer de las ataduras tradicionales remanentes de la sociedad patriarcal, los prejuicios sociales y religiosos, el machismo y la dominación.
La crisis del capitalismo y la expansión de los mercados transnacionales, han abierto para la mujer campos de desarrollo profesional y técnico que hoy constituyen grandes mercados ocupacionales que la van integrando a la producción, liberándola de las ocupaciones domésticas. Sin embargo un gran sector todavía sufre la explotación social, la prostitución y otras lacras sociales.
Recalcamos que la mayor revolución social que se espera en estos tiempos es la incorporación de la mujer, es decir la mitad del género humano, a la transformación de la sociedad, la conquista del conocimiento, la belleza, la verdad, la justicia y el pan. Lo que será también el triunfo de la igualdad de los géneros, después de 15 o 20 mil años de absurda dominación. No es casualidad que el premio Nóbel de la Paz de 1992 haya sido otorgado a la humilde campesina y luchadora social guatemalteca Rigoberta Menchú.
Con este recuento de la obra de nuestras grandes paisanas, rindo homenaje a la mujer cusqueña y a la memoria inmarcesible de mi madre Doña Consuelo Samanez Cáceres de Gutiérrez, invocando a ustedes seguir aportando como género en toda iniciativa igualitaria universal de rechazo a la guerra imperialista, defendiendo nuestro patrimonio cultural de toda agresión o despersonalización. Enseñando a las nuevas generaciones el amor a nuestra cultura sincrética, americana; procurando iniciativas innovadoras que la vitalicen e integren en la globalización en condiciones ventajosas, para lograr el anhelo de toda la humanidad: construir, a corto plazo, un mundo en el que todos tengamos iguales condiciones y oportunidades y veamos mejorada nuestra calidad de vida en equilibrio con la naturaleza a la cual, en última instancia, nos debemos.
(Cusco, 08 de marzo del 2003)

BIBLIOGRAFIA
“Sangre Andina”, Diez Mujeres cusqueñas, Jorge Cornejo Bouroncle, Cusco 1949
“Peruanos del siglo XIX” . Jorge Basadre
“Comentarios Reales de los Incas”, Inca Garcilaso de la Vega
“Señores destos reynos” (cuentos), Luis Nieto Degregori, Lima 1994
“Agustín Gamarra”, Raúl Rivera Serna.
Revista Pro Cultura No. 8, Cusco 1997.
Revista “Albores”, Cusco 1926
Artículos de Tania Gutiérrez S. en: Revistas del IAA Nos. 13, 14, 15 y Revista “Mujer Andina” del Centro de Investigación y Asesoramiento para la Mujer “Trinidad Enríquez” 1992.
“Esbozo cronológico de publicaciones y actividades culturales cusqueñas J.A.G.S. Revista Crónicas Urbanas No 3. y otros trabajos periodísticos y ensayos del autor.

ARTE CUSQUEÑO CONTEMPORÁNEO

El arte contemporáneo cusqueño es un campo de investigación aún por desarrollarse, hay pocos estudios sobre el tema, por lo que en esta página publicatremos comentarios de los avances realizados a través de artículos y ensayos. Tambien publicaremos biografías de los artistas cusqueños más destacados.
A continuación la biografía del pintor Octavio Mejía, publicada en el diario El Comercio del Cusco en febrero de este año:


EL PINTOR OCTAVIO MEJÍA BARRANTES

Octavio Mejía Barrantes, nació en la ciudad del Cusco probablemente en 1929, pues hay poca información acerca de la vida de este gran valor de la plástica cusqueña contemporánea.
Se sabe que hizo estudios en la Escuela de Bellas Artes del Cusco, reorganizada después del terremoto, en 1952, por el maestro Mariano Fuentes Lira, y egresó con la primera promoción de artistas, en 1956. Según se puede ver por su participación en las muestras colectivas con sus compañeros de promoción tales como: Hugo y Justo Béjar Navarro, Fernando Olivera Begazo, Juan de la Cruz Machicado, Carmen Vargas, Armando Medina, entre otros. (Alberto Quintanilla se había iniciado con ese grupo pero se fue a estudiar a Lima en 1954 y luego viajó becado a Francia). Este conjunto de artistas se organizaron, en 1958, en el Grupo Illary, una de las agrupaciones de artistas que más influyó en la segunda mitad del siglo XX, por la calidad de sus participantes y por el lenguaje plástico con que irrumpieron en claro rompimiento con el academismo de sus maestros y el indigenismo o localismo pictórico que, por entonces, ya decaía.
El GRUPO ILLARY, propugnó la renovación del arte plástico abriéndose camino hacia las nuevas corrientes de vanguardia. José Carlos Gutiérrez S., artista plástico que inició estudios por los años 60- nos comenta que se introdujo el aformalismo o Informalismo abstracto (de Kandinsky, Mondrian y Klee); el “Action painting”creación de Jackson Pollock; la corriente de la Escuela de Nueva York, (Kline, Kooning); la Escuela de París (Soutine y Modigliani) y el informalismo español de Tàpies y Debuffett. Esta especie de moda universal en la plástica llegó al Cusco traído por pintores argentinos transeúntes y con las exposiciones itinerantes anuales que hacían las promociones de estudiantes de la Escuela Nacional de Bellas Artes y la Asociación Artística y Cultural Jueves, de Lima, con artistas como: Macedonio de la Torre, Ricardo Grau, formado en la Escuela de París y que fue el introductor del no figurativismo en el Perú, desde 1938; Manuel Ugarte Eléspuru, Alberto Dávila, Carlos Aitor Castillo, Sabino Springett, el profesor húngaro Lajos D’Ebnet, que había colaborado con la Bauhaus y Der Sturm de Alemania, y los artistas jóvenes de entonces: Fernando de Szyszlo, Miguel Neri, Arturo Kubota, Milner Cajahuaringa, Miguel Ángel Cuadros, Eduardo Moll, Venancio Shinki, Enrique Galdos Rivas, como se puede ver en un catálogo de una exposición realizada en Cusco de 1966.
Mejía, durante su etapa estudiantil profesó un arte formal de un academismo disciplinado que lo llevó a dominar el oficio a la manera de su maestro Fuentes Lira, pero libre ya de las ataduras académicas e influido por el informalismo europeo y limeño, rompió con el formalismo y junto con el Grupo Illary, inició una serie de exposiciones de tipo abstraccionistas que fueron duramente criticadas por quienes veían en el arte moderno una forma de escape de la realidad, como sometimiento a los dictados del arte burgués y preferían el realismo social, como arte de propaganda política y de compromiso con el pueblo.
Pero en respuesta, el grupo forjó sus propios críticos, comentaristas e ideólogos como la pintora argentina Rosa Julia Faccaro, que organizó la “Peña de Estudios Libres”; el escritor Víctor Raúl Loayza y el poeta Raúl Brozovich. En 1966, toda esta pléyade de artistas fundó la Asociación de Artistas Plásticos del Cusco.
El arte de Mejía, se destacó por la soltura de sus trazos, el cromatismo libre y experimental que nos recuerda al pintor nacional Sérvulo Gutiérrez y al americano Pollock; también se nota alguna influencia del cubismo de Picasso y Bracke. Sin embargo, acusa un sello distintivo personal.
En cuanto a la técnica, Mejía trabajó el óleo, la acuarela y la tempera; el pastel y el crayón, generalmente, hizo uso de técnicas mixtas.
Ángel Avendaño dice que: “Mejía abjuró del formalismo en los inicios de su obra pictórica. Primero hizo pintura concreta de tendencias geometrizantes, basados en sus fondos cerrados. Luego acometió lo abstracto, sin referencias a la realidad visible. Arte sin representación de formas objetivas, explicadas por sus valores color-color como lenguaje fundamental de la pintura”.
La pintura de Mejía fue una perpetua búsqueda de la informalidad, una experimentación sin fin, con los colores y estructuras despojadas de la forma, con la intensión de encontrar un lenguaje personal, propio, en medio de la aventura de la búsqueda interior del alma que, finalmente, lo llevaría a naufragar en la locura.
De temperamento introvertido y apagado, el pintor Octavio Mejía, fue víctima del abandono moral y material y el desprecio con que esta sociedad suele pagar al artista de talento. Se refugió en la bohemia destructiva y el alcohol que hicieron estragos en su imaginativo espíritu hasta trastornarlo, perdiéndose, finalmente, en un centro psiquiátrico de la capital, sin que se supiese más de él.
Esta muestra retrospectiva de homenaje propiciada por el ICPNA, es el primer, y, acaso el único, homenaje que se realiza en Cusco a la memoria de este atormentado pintor, nimbado por el genio.

Julio Antonio Gutiérrez Samanez

El Cusqueñismo en debate

En esta página pretendemos iniciar un debate necesario sobre el tema del CUSQUEÑISMO, como ideología local de la ciudad del Cusco - Perú, habiendo salido una serie de trabajos de autores como el antropólogo Jorge Flores Ochoa; el historiador Manuel Jesús Aparico Vega; los trabajos publicados por el antropólogo Rossano Calvo Calvo y artículos y ponencias de varios autores como: J Uriel García O., Julio G. Gutiérrez Loayza Martín Romero Pacheco, Donato Amado y el suscrito.

Julio A. Gutiérrez S.

A continuación el comentario hecho por el autor a la obra "Ideologías locales del perú, El Cusqueñismo" de Rossano Calvo, de reciente publicación:

“EL CUSQUEÑISMO”, UN NUEVO LIBRO DE ROSSANO CALVO

Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez

El antropólogo Rossano Calvo, prolífico autor de libros de temática cusqueña, cordialmente nos comprometió a realizar un comentario sobre su reciente libro titulado: “Ideologías Locales del Perú, El Cusqueñismo”. Encargo que cumplimos con mucho gusto.
El libro es una antología personal, pues recoge una serie de artículos del autor, escritos en diferentes etapas ordenadas por temas: 1º.- Los referentes de estudios temáticos; 2.- La formación de la ideología cusqueñista y 3º.- Crónicas de debate actual.
Calvo, investiga, problematiza, analiza y llega hasta la polémica para impulsar sus ideas
En este orden metódico muestra los referentes de sus propios artículos sobre el incanismo y la ideología local o cusqueñismo, al que define como un “constructo” es decir una ideología local estructurada por la sociedad cusqueña a partir de la toma de conciencia de la importancia del espacio geográfico y su entorno de influencia, que se presenta como un conjunto de distritos provincias y departamentos, que fueron siempre marginados por la política centralista aplicada desde la capital. Es decir, como se lee en el libro, trata de espacios o instancias socio-jurídicas mediante las cuales, los pueblos se organizan colectivamente, como unidades de un todo que es la república peruana. Esta convivencia entre diversos origina contradicciones entre lo local y lo nacional; entre la ciudad, el poblacho y el campo, lo urbano y lo rural; en esa dialéctica se generan procesos de creación y recreación de la tradición, según las tesis de los antropólogos Hobsbawn y Ranger, sobre los procesos que siguen los pueblos para lograr cohesión social y definir sus valores o como escribe Calvo: “mediante la reinvención de la tradición local se reinstitucionaliza el sentido colectivo con un capital simbólico a preservar y (un) eje cultural de la nueva sociedad local”. La valoración colectiva de un pueblo se da mediante la creación de una ideología local cohesionada internamente como etnocentrismo (en antropología) o como sociocentrismo (en sociología) y esta ideología, según Luis Dumont, citado por Calvo, es el conjunto de representaciones sociales, ideas y valores comunes de una sociedad.
Sabemos que las ideologías se generan en la construcción del pasado histórico de los pueblos, porque es indispensable el tener conciencia histórica luego de una continua discusión o debate del que nacen los discursos que sirven a intereses creados de clases y grupos de la sociedad.
Con el ánimo de encender la polémica, generadora de nuevas inquietudes de renovación, me permito disentir con el amigo Rossano, por cuanto no creo que las sociedades, aún siendo ágrafas, y sin pasado, puedan “inventarse” o “reinventarse”, salvo a que sean enteramente primitivas. Porque las sociedades son desarrollos continuos que poseen memoria colectiva, decurso histórico, tradición, crónicas de hechos, costumbres, ritos religiosos y consanguinidad, de manera que las nuevas sociedades poseen una herencia legítima de cultura y civilización, de la que pueden restaurar o redescubrir sus valores, antes de acudir a la invención o reinvención de su pasado y sus tradiciones porque esto parecería hurto, plagio, usurpación o fraude; peor su es que lo hacen con el único afán de que “las elites se auto legitimen”.

Ese estilo de análisis fue introducido machaconamente por algunas ONGs, que actúan con el referente de una antropología colonialista y reaccionaria.
Lógica que se impone para deslegitimar nuestra herencia y neocolonizarnos a sus moldes de modernidad y globalización, bajo el paradigma o estilo de vida occidental-nortemericano, que considera a las expresiones culturales no occidentales o periféricas expresiones arcaicas (uno de sus corifeos es Vargas Llosa) pues entienden que su cultura es sólo folklore, su religión es animismo, su ciencia es superchería, su medicina es hechicerías y magia, su arte es sólo artesanía; su literatura es oralidad y su organización política económica (como el ayllu), es colectivismo arcaico que no se integra a la economía global del consumismo y a la lógica de la ganancia y rotación de capitales.
Es pues natural que consideren a nuestros pueblos como “bárbaros” que sólo pueden imitar o hurtar algo de otra civilización y cultura, para “reinventar su historia y auto legitimarse” de su condición espuria o vergonzosa.
Advierto que Rossano Calvo, como muchos discípulos de estas escuelas antropológicas, aunque está realizando los esfuerzos todavía no se ha desprendido de esos paradigmas colonialistas.
Por ejemplo cuando polemiza con las ideas de otro antropólogo, su maestro el Dr. Flores Ochoa, quien al decir de Calvo, busca “escencializar” el cusqueñismo o la ideología local, basándola sólo en la idea de lo incaico o incanismo (por intuición), que se transmite entre cusqueños por “endoculturación” (proceso por el cual el individuo, desde su nacimiento, es introducido en su propia cultura); cosa que, con algunas variantes, habían tratado, también, Uriel García y Tamayo Herrera, este último llegó a considerar al incanismo o incaísmo como un “mito mestizo urbano”.
Muy bien, el incanismo es un mito mestizo urbano, pero es el hilo umbilical que une a los actuales cusqueños con su pasado remoto, con su herencia socio cultural e histórica. Sin ello, despojados de toda incanidad aunque sea intuida y no racionalizada (que otros consideran barbarie) seríamos sólo colonizadores españoles de un territorio inhabitado, bárbaro, como pensaban Torquemada o Valverde. Pensamos que la historia constituida por hechos fácticos también lo está por mitos y fue, precisamente, este aspecto que Mariátegui tomó de Jorge Sorel, -por lo que fue tipificado de hereje del marxismo por los guardianes de la ortodoxia-, lo que se rescata ahora como uno de sus grandes aciertos. Lo que quieren los pueblos es vivir sus sueños, realizar sus proyectos y concretar sus mitos. Decía el Amauta en “Alma Matinal”: “La fuerza de los revolucionarios, no está en su ciencia, está en su fe, en su pasión, en su voluntad, es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del mito”.

En lo que sí tiene razón Rossano Calvo, es en mostrar su desacuerdo con la exclusión de los migrantes, que al parecer Flores Ochoa esgrime en una de sus tesis que no he constatado, pues el cholo o mestizo migrante al no haber pasado por el proceso de endoculturación, sería ajeno y negativo para el desarrollo de una línea esencialmente incaica, por lo que tendría que ser excluido. Pero creo que estamos ante verdades a medias. Por una parte, los migrantes de un pueblo joven como “La Pradera”, en el Distrito de Santiago, destruyeron las evidencias líticas de lo que fue el Phoquen Cancha de los incas, sin que los historiadores, antropólogos y arqueólogos se pronunciaraen defensa de ese otro Inticancha descrito por cronistas como el padre Cobo; fueron migrantes o emigrantes los que urbanizaron Marcavalle; al mismo tiempo, fueron los migrantes provincianos los que dieron y dan vida a las fiestas del Cusco, con sus danzas típicas, su arte popular, su vestimenta, el uso del idioma quechua, casi relegado por los oriundos, autóctonos y “decentes” cusqueños nacidos cerca de la Plaza de Armas.
Calvo dice defender un enfoque relacional que se contrapone al escencialismo, pues el incanismo cusqueño y la ideología de la población migrante estarían articulados y no en pugna. A mi modo de ver ambas propuestas no se contraponen sino se complementan, son partes de un proceso.
Sea que el desarrollo de la ideología del cusqueñismo se de con esas u otras dialécticas, es importante que un intelectual como Rossano Calvo ponga el fuego, atice el debate y busque esclarecer innumerables temas, como ejemplo: Regionalismo, serranismo, cholismo, etc; temas cruciales simbólicos del Cusqueñismo: Creación del Día del Cusco, la escenificación del IntiRaymi, la creación de la bandera, el escudo cusqueño, el topónimo Qosqo, la recuperación de íconos como la creación de un rostro para el Inca Garcilaso, la hora del Charango, la canción Valicha, los pseudos mitos anticusqueños como la “envidia” entre cusqueños y que el Cusco sea “madrastra de sus hijos”, etc. Es decir trata con profusión sobre la recuperación del capital simbólico del Cusco. Que fue socialmente capitalizado en la segunda mitad del siglo pasado con el impulso del Turismo o industria sin chimenea, actual puntal de la economía cusqueña.
En este proceso histórico, también se generaron los discursos del cusqueñismo político como el Qosqorunismo, una supuesta ideología del alcalde Daniel Estrada de la que no hay nada estructurado como propuesta o ideario, que Rossano Calvo reinvindica.
De esta manera, en el libro, uno a uno, los artículos desmenuzan los temas como los de tradición y modernidad, tradición y modernización, desde la primera modernización con el Centro Científico del Cusco 1897, la electrificación y las fábricas textiles, la reforma universitaria y el rectorado del Dr. Giesecke, el descubrimiento “científico” (entiéndase, también, como saqueo) de Machupicchu, que corrieron paralelos a la renovación del pensamiento con González Prada, Clorinda Matto, Vega Enríquez, Valcárcel, García (y en la política nacional con Mariátegui, Haya, V. A. Belaunde) tema también tratado en otro libro de Rossano (Tradición y Modernidad, Génesis del regionalismo y el localismo cusqueño)
El movimiento indigenista impulsó la creación de instituciones como el Centro Qosqo, Instituto Histórico del Cusco, IAA. Es decir, institucionalizó sus ideas.
Como indigenismo, el cusqueñismo, es un valioso fundamento de la peruanidad
Escuchemos lo que escribió el periodista puneño Federico Moore: “No soy arqueólogo ni indigenista pero me hubiera gustado ser cusqueño, por que no hay duda de que serlo es una de las formas más bellas de ser hijo de América y acaso el modo más sublime de ser peruano”
Y en lo político (Tema al que Rossano Calvo no le da suficiente énfasis) el Cusqueñismo dio el paso crucial al confrontarse con el centralismo y crear un ideario regionalista, descentralista que se encarnó en lucha política local y nacional, hasta generar las condiciones para su implementación en los llamados Gobiernos Regionales. Con lo que se muestra que nuestro cusqueñismo, como socio centrismo no ha sido ni chauvinista ni estéril pues ha arrancado reivindicaciones al centralismo y, actualmente sigue en pugna contra la imposición de las políticas neoliberales y la globalización, con idearios como la construcción del Aeropuerto internacional, la integración vial con Quillabamba, Camisea, o la carretera interoceánica, la necesidad traer el Gas de Camisea al Cusco, la Defensa del Patrimonio Cultural, etc.
Lo interesante del libro de Calvo es que da las pautas para darse cuenta que la ideología local como el cusqueñismo es indispensable en la vida de una sociedad, pues al reconstruirle su pasado con los elementos emotivos y también con los avances de la ciencia antropológica, arqueológica etc., provee de identidad cultural, conciencia histórica a un pueblo. Y esto mide el grado de madurez de una sociedad, pues si damos el salto cualitativo desde lo que hasta ahora se ha hecho: el rescate de lo exterior, el disfraz, el folklore, el capital simbólico, y teniendo una ideología de consenso, en permanente evolución, como un elemento ligante o referente, se puede sintetizar el contenido transformador y revolucionario del cusqueñismo en el discurso, y usarlo como una herramienta para orientar el desarrollo social y material hacia el logro de igualdad de oportunidades y mejores condiciones de vida para las mayorías marginadas, etc., a través de un programa político integrador y de consenso realmente democrático.

Todo esto significa para nosotros los cusqueños el “Cusqueñismo”, pues es nuestro peruanismo, nuestro patriotismo local e íntimo, cuyo espíritu se rescata en este libro que Rossano Calvo nos entrega. El libro es de por sí importante, actual, motivador y polémico, por lo que debe ser estudiado, confrontado y sobre todo comentado por quienes se ocupan de estos temas, y no caer en el vacío y el silencio, como ocurrió con muchos de los anteriores trabajos de este joven autor.

Sólo habría que hacerle cordialmente algunos reproches necesarios al libro y al autor. El estilo enrevesado con que está escrito dificulta la lectura; hay muchos tecnicismos y vocablos filosóficos que deberían estar definidos para estar al alcance de las medianías populares; el citarse frecuentemente a sí mismo es innecesario. Finalmente, es un deber de amigo sugerirle que sus futuros textos pasen por una corrección de estilo, práctica que realizan hasta los más encumbrados investigadores sociales, puesto que, el científico social -productor de ideas, conceptos, hipótesis y teorías- no tiene que ser, necesariamente, un profesional de la escritura.